Nagoro es una pequeña aldea en el este de Iya en los valles de Shikoku, una de las principales islas de Japón. Allí se pueden ver muñecos de tamaño real colocados por todo el valle que recuerdan a personas de la aldea que fallecieron o se mudaron a otro lugar.
Ayano Tsukimi es una señora de 65 años que vive allí sola con su padre de 85 años. Está casada y tiene una hija, pero viven lejos, en Osaka (la tercera ciudad más grande de Japón), donde Ayano estuvo viviendo durante 40 años. Hace 13 años (en el 2002) regresó a Nagoro (su lugar de nacimiento) y se encontró con que estaba prácticamente deshabitado, quedando sólo unas 35 personas. Cuando ella era una niña allí había una presa y una gran compañía donde trabajaban cientos de personas. Ahora, todo eso había cambiado.
Ayano plantó semillas, pero, un año después de su llegada, no conseguía que brotaran por culpa de cuervos y otras aves. Pensó que estaría bien hacer un espantapájaros, así que se puso manos a la obra y creó un muñeco parecido a su padre. Esto fue el inicio de lo que ella nunca hubiera pensado que acabaría siendo.
Ella coloca los muñecos en los lugares de la zona donde le recuerdan a las personas que se marcharon. Ya ha fabricado más de 350 muñecos. Cuando hace muñecos de gente muerta, piensa en ellos recordando cuando estaban vivos y saludables.
Cuando produce sus muñecos lo hace con mucho cariño. Para ella son como hijos. Emplea un esqueleto de madera en forma de cruz, desde la cabeza hasta el coxis. Con cuerdas ata una almohada y luego va añadiendo el resto del cuerpo relleno de paja. La cabeza se crea por separado rellenándose con algodón. Después, con ayuda de aguja e hilo, crea las expresiones faciales, que son la parte más complicada. Un pequeño ajuste en los labios y pueden parecer enfadados o alegres. Para finalizar, los viste con ropa y zapatos viejos. Todo este trabajo le ocupa por lo menos una semana. Pero los muñecos no duran eternamente, pueden vivir hasta tres años como máximo.
Hace unos tres años cerró la escuela, donde habían ya tan solo dos estudiantes y un profesor. Ahora Ayano ha fabricado estudiantes, profesores y el director.
Se le ocurrió la idea de atraer visitantes, ya que pensó que habría gente interesada y que quisiera hacer fotos. Así que empezó a situar muñecos en la entrada del valle, trabajando en el campo o esperando al autobús.
Ella es consciente que no a todo el mundo le gustan sus muñecos, ya que algunas personas se pueden sentir asustadas al parecer un poco reales, y pueden pensar que es algo aterrador, pero Ayano no piensa en la muerte cuando los crea, es más, ella tiene un muñeco basado en ella misma, que lo tiene colocado en un lugar donde día a día vigila la olla y el fuego.
Los muñecos de trapo en Japón no es algo exclusivo de Nagoro. En ese país existen muchos pueblos fantasmas donde se practica la misma tradición.
Si quieres ver otro vídeo de Nagoro, accede a: https://www.youtube.com/watch?v=2wmIh2f6hTs
Pero… ¿Existe Nagoro en realidad?
Claro que sí. Accede a Google Maps y ponte en Street View. Verás los muñecos por la carretera.
Si quieres aprender a fabricar un espantapájaros tipo los muñecos de trapo en japón, mira el siguiente vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=B6m1wIXqMyM